Jaulas de cristal

Lo he decidido.
Voy a dedicarme a cazar mariposas. Pero no para coleccionarlas, voy a repartirlas.

Las cazaré con una red de algodón, ese material del que están hechas las nubes, ese que un dragón rojo utiliza para crear los sueños. Con las manos untadas en purpurina las meteré en tarros de cristal, con la tapa agüereada para que puedan respirar, y los decoraré con una cinta de color amarillo. Escribiré fecha, hora y lugar.

Viajaré por el mundo, con zapatillas de ballet, repartiéndolas en los bolsillos de la gente que comparta una breve mirada conmigo. Me  divertiré abriendo los tarros y haciéndolas volar por sus estómagos. Reiré y ellos soñarán.

De paso, entre las gentes soñadoras, buscaré las mariposas que un día se escaparon de mi bolsillo dejando solo al verde dedal.  Porque no quiero otras, quiero mis mariposas expertas en lo prohibido.

Llamaré a mi prima Vera por si quiere venirse.